Lo pensé hasta última hora, y mira que estuve por no ir, pero me dije: “y sí hay algo que valga la pena y me lo pierdo... mejor me acerco”. Y allí que me fui el viernes para ver esta prometedora feria. Después de sacar la invitación por Internet e imprimírla en mi impresora (siguiendo las instrucciones) me planté en Sevilla por ver “la cosa”. Lo primero que me encuentro es que no hay control de entrada y nadie te pide el papelito de marras que yo con tanto cariño llevaba en mi pecho. Ni torno de entrada ni rien de rien. Me pregunto cómo pueden dar luego cifras tan estupendas y exactas de asistencia.
Ya dentro, un mar de logotipos de la Junta de Andalucía, me avisaba de que quizás mejor ganaba tiempo si me daba la vuelta por dónde había venido. Presidiendo la feria en las zonas centrales, recibe al visitante un macanudo y carísimo stand de la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio (¿?). Si es que ya se sabe; cultura es todo lo que se menea, hasta la fiesta nacional. Junto a este stand y copando los centros de la nave, otras instituciones y empresas públicas, que también tienen que ver con la industria cultural, porque tó es cultura.
También estaban los sindicatos, que como abandonaron su sector de defensa del trabajador, para adentrarse en el fascinante y rentable mundo de la formación con fondos desfondados, pues es esencial que estén presentes con sus fondos (que no son de nadie, ya se sabe) en esta interesante feria. Siempre me he preguntado porqué no se considera intrusismo profesional, lo que 300.000 liberados sindicales están haciendo en sus ratos libres-remunerados.
Para rematar la escenografía, y envolviendo todo este central y relevante escenario, unas decenas de cuartitos habitados por empresas de muy distinta índole y con la presencia de muchas instituciones locales (impuesto revolucionario). Para todos los gustos las había, desde empresas netamente turísticas a talleres artesanales, que ya se sabe que aquí tó es industria cultural. Por cierto, que mal le sienta a la palabra Cultura, la palabra industria.
Hurgué en la documentación de estas empresas y oh! sorpresa, todas tenían entre sus principales clientes a la Junta o alguna institución u organismo ligado a ella. Pues vaya negocio que están haciendo, si además de subvencionarlas, apoyarlas, premiarlas y tutelarlas (con el dinero de nadie) encima hay que encargarles los trabajos porque si no peligran.
Afortunadamente el verdadero tejido cultural de esta tierra, lo mueven otras empresas, que no estaban presentes (tienen demasiado trabajo para andar perdiendo el tiempo), porque si este tejido dependiera de lo que esta feria muestra, apañados estábamos.
Delirante también resultaba el superbien montado stand del Proyecto Lunar. Un stand plataforma, tecnológicamente muy equipado, te ofrecía que les contaras tu proyecto de empresa en el tiempo que sube un ascensor, a esto le llaman “Spich” lo preparas y lo grabas en video en una especie de fotomatón que tenían preparado. Supongo que es que no tienen tiempo que perder con tu proyectito. Personalmente no le vendería a nadie un proyecto empresarial, si no me dedica al menos media hora de atención para poderlo exponer. Y desde luego lo que jamás haría es soltarle una idea grabada en video a una institución, sin ninguna protección jurídica previa. Andalucía está llena de ideas pisoteadas por estos… no se ni como definirlos.
Del público no puedo hablaros porque no lo vi, la poca gente que había pertenecían mayoritariamente a la organización. Pasar por delante de todas aquellas guapísimas señoritas mirándote fijamente, resultaba hasta un tanto violento. Llegué a pensar incluso que era guapo. A alguna me acerqué por hacerle un par de preguntas simplemente por borrar de sus caritas la expresión fea del aburrimiento.
Volví a Córdoba cabreado, con la sensación de haber perdido el tiempo y el dinero y preguntándome cosas. Si las empresas del verdadero tejido cultural de Andalucía no estaban presentes, ni habían mostrado el más mínimo interés por asistir, para qué servía entonces todo ese derroche de dinero “que no es de nadie”. Allí no había nada que no tengas en un pispás con el teclado de tu ordenador.
Solo pude salvar la estampa que estos industriales de la cultura, que os pongo en esta divertida foto, ofrecían a la parroquia. Por la decoración maximalista barroca yo diría que son sevillanos, sus caras de pícaros también dan carta de naturaleza. Al menos estos lo tenían claro y se trajeron de sus casa unas cómodas butaquitas para ver la feria y que no falte el cacharrito.
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3 comentarios:
Sólo por esa foto, creo q mereció la pena el viaje. menudo cuadro! todos los sentidos.
>:o]
La foto es de foto. Representan a la nueva clase política que nos gobierna. Moernos, clásicos y un pelín americanos. ¿A qué se dedicarán los artistas?. ¿Y se dejaron fotografiar sin más?. ¿No cobraron nada de nada?. Pues no me lo creo. Aquí gratis no hay na de ná.
Ferias come estas hay a "palás".
Hay que justificar el calendario de eventos. La del toro( sin contar con la opinión de él, claro), la de la moda flamenca...y la caterva de nuevas creadoras...enfin.
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