No entraré en el tema de los concursitos porque no me interesan. Pero lo que me parece poco serio es proponer a un arquitecto cuya última y polémica obra es, objetivamente, una de las peores intervenciones en el Patrimonio que conozco. Y hablo desde la especialización en los estudios sobre la arquitectura (
romana o
tardoantigua) y la
decoración arquitectónica como medio de acercarse a ésta.
Poner a este señor -y su equipo- como una especie de mártir del Patrimonio, o incomprendido de la rehabilitación arquitectónica, obedece a un profundo desconocimiento. La intervención, resumiendo, ha sido un compendio de LO QUE NO HAY QUE HACER. Cito datos objetivos, no "impresiones":
1. No ha existido escrúpulo histórico porque no ha existido documentación arqueológica del puente. Como no ha habido un estudio paramental (de paramentos) ni excavación arqueológica, no sabemos las fases fundacionales, las adiciones, ni las superposiciones, ni las restauraciones antiguas... nada.
2. Lo que sí sabiamos todos es que existía toda una serie de fases arquitectónicas de los siglos XIX y XX que han sido eliminadas, en contra de todos los convenios del ICOM ratificados por España. Además, se han construido partes de las que apenas se sabe que existían, no cómo eran, ni de qué estaban hechas, volviendo el puente a un estado "preliminar" decidido arbitrariamente por el arquitecto. Para colmo, se han utilizado materiales modernos, como hormigones... muy poco apropiados para edificaciones históricas.
Pondré un ejemplo idéntico: siguiendo el mismo criterio, se podría encargar al mismo arquitecto y a su prestigioso equipo la demolición controlada de la Catedral y la vuelta a un estado original, convertido el edificio en Mezquita. Sigamos el argumento: se podría derrumbar la mezquita aljama y volver a reconstruir la basílica de San Vicente... y así hasta el absurdo.
3. No contentos con la demolición de las fases contemporáneas, se introducen soluciones epidérmicas basadas en el gusto del arquitecto, no en un estudio histórico-arqueológico serio, que no se ha realizado. Lo de menos es la polémica estúpida del granito, en la que algunos han entrado, pero que a muchos cordobeses ha gustado porque, simplemente, no se hacen daño en el culo cuando van con la bici (menudo criterio). Y lo de las luces... no tiene desperdicio: se elimina el alumbrado del XIX-XX y se ponen luces posmodernas a ras de suelo; la iluminación situada en el propio puente, además, altera la visión del monumento, no siendo precisamente una intervención falta de impacto visual.
4. La intervención en la Calahorra (no la otra) y la definición de las fases arqueoarquitectónicas se debe a Alberto León, profesor de la UCO y experto en castillos, no a Juan Cuenca, que ya se encontró el trabajo hecho.
5. Prueba de la forma de actuar de este arquitecto es el centro de recepción de visitantes, donde parte de los restos han sido eliminados y cambiados por hormigón, mucho hormigón. Por cierto, todavía queda por integrar la muralla que protegía la Calahorra, de tapial y posiblemente bajomedieval (lo sé porque aquí sí se ha hecho excavación estratigráfica y se saben las cronologías, algo que no se puede decir del puente).
6. Que toda la cuestión del puente se politizó es evidente... también es válido este argumento para las prisas por su inauguración.
7. Cubrir las obras con las pinturas de Gordillo (independientemente de que, para mi gusto, son horrendas y faltas de ningún valor artístico) ha sido un error económico, que nos ha costado mucho dinero. Podrían haberse puesto anuncios de alto contenido estético-artístico, como en Italia, que hubieran ayudado a autofinanciar la obra en parte. Pero claro, para eso hay que tener una ley estética que impida que pongan un anuncio de tabaco, por ejemplo.
Por tanto, y en resumen, Juan Cuenca es otro de esos arquitectos que prescinden de arqueólogos y otros especialistas en sus proyectos. No es nuevo. Ahora es Cuenca, con el PSOE; antes fueron otros cuando gobernó el PP. Recuerdo a los señores lectores que, en caso de ataque nuclear, el mejor refugio son las paredes de 70 cm de hormigón armado de los mausoleos. La pantalla de cemento usada en San Pedro tampoco está mal, y se la debemos a otro arquitecto local.
Concluyendo: antes de hablar y proponer cosas hay que saber de lo que se habla e informarse de las implicaciones de los propuesto, y ser medianamente serios. Es poco creible que se critique con furor un cuadro horrendo colgado con tachuelas infames y, sin embargo, se eleve a los altares a alguien que, objetivamente, la ha cagado.