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Hay dos estilos de la política al uso que no concibo: el primero, la política como medio de vida en sus fines; y el segundo, la política como arma demagógica. Los dos casos están ampliamente experimentados y demostrados en nuestro panorama político. Me explico. En el primero, se trata de ese elemento que entra en la política premeditadamente para vivir de ella. ¿Y qué perfil tiene este individuo? También muy sencillo: una labia a prueba de falsos crecepelos y una capacidad asombrosa para trepar adulando a aquel a quien espera --maquiavelando-- arrebatarle el sitio. Por supuesto, el bosque donde estas crisálidas se hacen polillas es el de los partidos políticos. Y es en ellos donde la segunda cuestión, esto es, la política como arma demagógica contra el oponente político, permanece en demasiados casos como consigna sine qua non : lo importante no es hacer uno las cosas bien, o lo que es lo mismo, predicar con el ejemplo, sino despellejar al contrincante, aunque sea a base de falacias, para que parezca sistemáticamente más inepto que uno. Por tanto, si unimos la demagogia al pancismo y a la mamandurria política, obtenemos una especie de trepa con mala leche, que si gana unas elecciones hace suyo aquel cantar baturro de "Estoy discurriendo el modo / de vivir sin trabajar. / Lo mejor pa conseguillo / es que m´hagan concejal". Y el resto ya lo sabemos: no hay quien le quite el sillón. Desde luego, la culpa de todo esto la tenemos usted y yo, que probablemente los hemos votado, las listas cerradas que nos los imponen, los pactos bisagra y la falsa idea de que el que se dedica a la política ha ganado unas oposiciones. La política ha de ser el arte de hacer permanentes los valores y derechos fundamentales de la ciudadanía con la interinidad de los políticos. Lo demás huele a trepas perpetuos, llamados eufemísticamente funcionarios de la política.
* Publicista
1 comentario:
Victorio, son unos estafadores públicos. No tienen el más mínimo empacho en agarrarse a la teta de la vaca. Ellos se ponen los sueldos, se ponen la dietas, se nombran asímismos/as en los Consejos de administración de las cajas y de las empresas públicas, no los controla nadie. Ni a que hora trabajan, ni a donde van. No nos enteramos donde comen y a costa de quién. No sabemos a donde viajan y el porqué. No dicen lo que ganan, ni lo que gastan en gastos de representación. No sabemos la rentabilidad de su trabajo con respecto a sus sueldos. Y si dentro de algún partido alguien osa decirle, !oye tú¡, te despeñan por la ventana. Son una casta que por días se hace despreciable y odiada. No saben lo que está en juego, pero como la cosa siga igual les aventuro mal augurio. Yo si fuera uno de ellos empezaría a dar ejemplo de ahorro y me pondría al sueldo a la mitad, suprimiría las dietas, a comer a su casa, un bonobús para el transporte y a fichar todos los días a la ocho de la mañana hasta las tres. Si van por la tarde que lo cobren en horas de vacaciones para el verano. Y así , yo al menos, empezaría a confiar algo en ellos. Para empezar me he convertido en el voto en blanco. Votaré por lo que sufrieron nuestros mayores, pero ni una vez más los voto. Y yo voto a la izquierda.
Salú, anarquía, libertad y responsabilidad.
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